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Pensiero stupendo.

sobre el título del blog...

No eran tres pulseras de bisutería comunes. El ruido era agudo, felino, punzante. Se metía en lo más hondo de mis oídos, viajaba hasta mi pecho y allí explotaba, dejándome sin respiración. Cada vez que escuchaba el ruido de aquellas tres pulseras de bisutería chocando entre sí en la pálida y fina muñeca de aquella mujer, mi corazón daba un vuelco y me preparaba para lo peor. Podía estar lejos, muy lejos, que yo la reconocía por el simple tintineo de aquellos abalorios.

jueves, 4 de abril de 2013

mADE IN BARNA.


Convertirse en un deshecho humano nunca estuvo en la lista de mis objetivos. Ahora que me levanto cada mañana y siento miles de agujas pinchándome en los pies cuando los apoyo contra el suelo... me siento como un deshecho humano. Me dejo la vida y la salud vendiendo cosas en las que no creo para poder pagarme un alquiler y llevarme algún trozo de pizza a la boca y emborracharme con un par de cervezas. Si tengo suerte, o no, alguna de esas noches me voy a la cama acompañada. O no. Los hombres que conozco en las noches de Barcelona son curiosos: los hay que follan y se van, así, nada más acabar, y sin preocuparse de tu estado 'es que me he metido mucho M, muchas anfetas, he bebido mucho, tu cama es incómoda, me agobia tu habitación...' la culpa siempre es del alcohol y de las drogas, jamás de ellos; y los hay que no follan y se quedan a dormir, y te abrazan y se pasan la noche tapándote con el edredón si te ven destapada. Normalmente pienso: 'Qué mono', o 'qué pesadito', o 'qué hijo de la gran puta, no me puedo creer que me esté haciendo esto', o 'como no deje de roncar, mi codo se va a clavar en sus jodidas costillas de borracho danés'... eso es lo que siento la mayoría de las veces. Al día siguiente todo es confuso y raro. Aunque también están los que follan y se quedan. Esos son los más peligrosos. Si tiene suerte, o no, me enamoro de él, así, nada más conocerle... y me levanto diez minutos antes para prepararle un café, de los caros, de los de Nespresso. De esos que cuestan 30 céntimos por cápsula. Y también le caliento un trozo de Brioche o Croissant. Bueno, eso era antes, cuando mi compañera de piso trabajaba en una panadería. Nos traía todo de gratis. Ahora... bueno, ahora ya hace mucho que no me despierto acompañada. Pero si lo hiciera, creo que le prepararía mi mierda matinal, esa que llega nada más tomarme MI café de marca CONDIS, porque me gasté todas mis cápsulas Nespresso en un gilipollas francés. Me dan ganas de llamarle y decirle, devuélveme mis cinco cápsulas, vomítalas, si quieres. Y también gasté todas mis raciones de brioches y croissants en él. Me imaginé que siendo gabacho, si le preparaba un desayuno francés se enamoraría de mí. El resultado fue peor de lo que me esperaba. A nadie le importa el resultado. A mí tampoco. 
A veces me dan ganas de acabar con todo, sin embargo, muchas otras siento un pánico enorme delante de la muerte. Empiezo así: "yo, yo, bueno, tú, yo, tú, yo, tú que estás aquí, que soy yo, yo voy a dejar de ver, de sentir, de tocar. Yo, yo, yo..." Y a cada 'yo' estoy más dentro de mí, tan dentro de mí que me siento más 'yo' que nunca y tengo un miedo atroz a dejar de serlo. Dejar de vivir... a mí la muerte no me da miedo, lo que me aterroriza es dejar de vivir. Que aunque no lo parezca, son enfoques diferentes ante un mismo tema. Creo.

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