¿Quién dice que no?
¿Acaso no es por amor que estamos dispuestos a hacer cosas que, de otra manera, serían impensables?
Siempre sentí ganas de escaparme en mitad de la noche, esconderme en cualquier rincón de cualquier calle y pensar. Pensar. Pensar...
Pero siempre, detrás de esta necesidad, me abordaba la absurdidad. ¡Qué locuras se te ocurren!, pensaba.
Pues bien, resulta que la única vez que me he escapado en medio de la noche, en plena tormenta de invierno, para pensar, ha sido por amor. O más bien por desamor. Pero por amor, al fin y al cabo.
Y la única sensación que recuerdo, a pesar del malestar interior del desamor es la de "Qué bien me siento!"
Lo recomiendo. Escápense de los sitios cuando lo necesiten. No importa dónde. No importa cuándo. No importa lo que dejen atrás.
Escápense y punto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario