Bastó una mirada para dejarnos llevar. Abandonarnos al mundo de los sentidos. Acepté. Aceptaste. Y nos adentramos en un juego del que tú sabías como salir. Pero yo no.
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sobre el título del blog...
No eran tres pulseras de bisutería comunes. El ruido era agudo, felino, punzante. Se metía en lo más hondo de mis oídos, viajaba hasta mi pecho y allí explotaba, dejándome sin respiración. Cada vez que escuchaba el ruido de aquellas tres pulseras de bisutería chocando entre sí en la pálida y fina muñeca de aquella mujer, mi corazón daba un vuelco y me preparaba para lo peor. Podía estar lejos, muy lejos, que yo la reconocía por el simple tintineo de aquellos abalorios.
sábado, 7 de abril de 2012
cARTA A UN DESCONOCIDO III
Tú y yo ya nos conocemos. De antes. No de ahora, sino de mucho antes. Más allá del 2007, mucho más lejos. Por qué vienes y vas? Me haces sentir como un personaje de Kundera, de Marai... No, espera. Me haces sentir como la propia Marguerite Duras. Sí... Quizás soy la propia Marguerite Duras y tú eres mi amante. Mi amante. Recibiré una llamada. Dentro de 40 años recibiré una llamada y me dirás "necesitaba escuchar tu voz". Y me acurrucaré en el suelo con el teléfono colgando de mis manos y no sabré qué responder. Como cuando me preguntaste por qué. Amor mío, el porqué es muy sencillo. Nunca te obligaré a estar conmigo. Creo que alguien que ama a otra persona lo debe hacer de forma incondicional. Así que no te voy a pedir que te quedes sólo porque yo te quiera. Bueno, espera. Ya que estás aquí, quédate un ratito, no mucho. El tiempo justo para dormirme entre tus brazos. Y luego vete. Márchate y regresa cuando quieras.
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