Bastó una mirada para dejarnos llevar. Abandonarnos al mundo de los sentidos. Acepté. Aceptaste. Y nos adentramos en un juego del que tú sabías como salir. Pero yo no.
Datos personales
sobre el título del blog...
No eran tres pulseras de bisutería comunes. El ruido era agudo, felino, punzante. Se metía en lo más hondo de mis oídos, viajaba hasta mi pecho y allí explotaba, dejándome sin respiración. Cada vez que escuchaba el ruido de aquellas tres pulseras de bisutería chocando entre sí en la pálida y fina muñeca de aquella mujer, mi corazón daba un vuelco y me preparaba para lo peor. Podía estar lejos, muy lejos, que yo la reconocía por el simple tintineo de aquellos abalorios.
sábado, 7 de abril de 2012
aSÍ SERÁ
Te diré lo que haremos. Iremos a mi casa. Y luego te marcharás. No te pediré tu número, ni tampoco te daré el mío. No me mandarás ningún mensaje después. Ni yo tampoco a ti. Seguramente tampoco te diré mi nombre. O quizás me lo invente. Nunca he mentido sobre mi nombre y creo que es una buena opción para empezar a mantenerme alejada. Para poner barreras, ya sabes. Quizás te diga que mi nombre es "mmm... Sabina". Y que soy fotógrafa. Seré Sabina por una noche y tú serás... nadie. No serás nadie. Nadie. Nadie. Nadie. Si me lo pides, te daré un número falso. Y si, después de todo, me acabas gustando... pues no sé, dejaré que la vida nos vuelva a reunir. La vida lo hace, ¿sabes? La vida siempre nos hace volver como las olas del mar vuelven a la orilla. En realidad las olas no quieren estar en la orilla, quema demasiado. Pero las corrientes marinas las empujan hasta allí. Es irremediable, cariño. Será irremediable que tú acabes siendo la ola de mi orilla y que la corriente marina de la vida te vuelva a empujar hacia mí. Aunque todo junto queme demasiado.
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