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Pensiero stupendo.

sobre el título del blog...

No eran tres pulseras de bisutería comunes. El ruido era agudo, felino, punzante. Se metía en lo más hondo de mis oídos, viajaba hasta mi pecho y allí explotaba, dejándome sin respiración. Cada vez que escuchaba el ruido de aquellas tres pulseras de bisutería chocando entre sí en la pálida y fina muñeca de aquella mujer, mi corazón daba un vuelco y me preparaba para lo peor. Podía estar lejos, muy lejos, que yo la reconocía por el simple tintineo de aquellos abalorios.

domingo, 17 de octubre de 2010

eL VESUBIO EXPLOTA

El cielo se había vuelto naranja y gris. Violáceas algunas nubes como hilillos de algodón de azúcar lo anunciaban amenazador, desafiante. Anunciaban el final. Del Vesubio salían grandes nubes de humo gris. S y A se habían refugiado detrás de una gran roca del parque de Possilipo desde donde podían vigilar de lejos al gran volcán. Allí se protegían el uno al otro a través de sus brazos. Abrazos. A veces se asomaban por encima de la gran piedra gris para controlar el estado de la catástrofe. La tierra rugía y los gritos de la gente se habían homogeneizado en un rumor continuo muy parecido al ruido de un televisor sin señal.
A se volvió a esconder tras la gran piedra, tiritando de frío. O de miedo. Quizás de un frío provocado por el miedo.

-Tenemos que irnos. ¡Va a explotar!- y agarró del brazo a S, mientras le clavaba la mirada en sus verdes ojos, ojos verdes.

S la abrazó y le besó la cabeza. No tenían a dónde ir. Y entonces, mientras miraba a un oscuro mar casi difuminado con el cielo, le dijo:

- No te preocupes. Me da igual. Estamos juntos-, y la abrazó aún más fuerte mientras la gran roca les refugiaba durante un par de horas más.

Sueño de un día de otoño de 2007. Quizás por Noviembre.

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