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Pensiero stupendo.

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No eran tres pulseras de bisutería comunes. El ruido era agudo, felino, punzante. Se metía en lo más hondo de mis oídos, viajaba hasta mi pecho y allí explotaba, dejándome sin respiración. Cada vez que escuchaba el ruido de aquellas tres pulseras de bisutería chocando entre sí en la pálida y fina muñeca de aquella mujer, mi corazón daba un vuelco y me preparaba para lo peor. Podía estar lejos, muy lejos, que yo la reconocía por el simple tintineo de aquellos abalorios.

domingo, 28 de noviembre de 2010

nADA

Nada. Ni un nudo en la garganta. Ni las ganas de llorar. Ya no queda nada, ni siquiera la cabeza gacha y ver la vida que pasa. Ya no queda la esperanza, ese pedacito de final destinado al tiempo. No queda nada. Nada de nada. Ni la indiferencia.
No queda tu recuerdo. No. Sólo queda la nada: un gran vacío en el pecho. Tu imagen en mi cabeza ahora es la sensación de lluvia resbalando sobre el cristal de mi corazón.

2 comentarios:

  1. Para los físicos, la NADA es algo mágico e inverosímil. Dónde tú ves un vaso vacío, nosotros vemos un vaso lleno de aire. Dónde tú no ves nada, nosotros podemos ver muchas cosas.
    Para nosotros no existe la nada, igual que tampoco existe el frío (simplemente hay poco calor).

    De modo que quizás, con otro punto de vista, dónde tú no veas nada, puede que haya mucho.

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  2. Te me has adelantado a la segunda parte del escrito... La eludí porque no quise dar más importancia a que la NADA pudiera significar algo más para mí:

    "Es decir, nada. O todo. Porque sin quererlo, te has convertido en todo. En ese nudo en la garganta y en las ganas de llorar. En luchar para no volverse cabizbaja y ver la vida que pasa. En la esperanza. Te has convertido en ese pedacito de final destinado al tiempo. En todo. Lo eres todo: ese gran vacío en el pecho y esa imagen tuya resbalando por el cristal de mi corazón".

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