Nada. Ni un nudo en la garganta. Ni las ganas de llorar. Ya no queda nada, ni siquiera la cabeza gacha y ver la vida que pasa. Ya no queda la esperanza, ese pedacito de final destinado al tiempo. No queda nada. Nada de nada. Ni la indiferencia.
No queda tu recuerdo. No. Sólo queda la nada: un gran vacío en el pecho. Tu imagen en mi cabeza ahora es la sensación de lluvia resbalando sobre el cristal de mi corazón.
Para los físicos, la NADA es algo mágico e inverosímil. Dónde tú ves un vaso vacío, nosotros vemos un vaso lleno de aire. Dónde tú no ves nada, nosotros podemos ver muchas cosas.
ResponderEliminarPara nosotros no existe la nada, igual que tampoco existe el frío (simplemente hay poco calor).
De modo que quizás, con otro punto de vista, dónde tú no veas nada, puede que haya mucho.
Te me has adelantado a la segunda parte del escrito... La eludí porque no quise dar más importancia a que la NADA pudiera significar algo más para mí:
ResponderEliminar"Es decir, nada. O todo. Porque sin quererlo, te has convertido en todo. En ese nudo en la garganta y en las ganas de llorar. En luchar para no volverse cabizbaja y ver la vida que pasa. En la esperanza. Te has convertido en ese pedacito de final destinado al tiempo. En todo. Lo eres todo: ese gran vacío en el pecho y esa imagen tuya resbalando por el cristal de mi corazón".